Resulta relativamente sencillo encontrar listados de supuestos síntomas sobre el abuso sexual en los niños.
Entre estos síntomas se han descrito:
- Problemas de sueño y pesadillas
- Cambios en los hábitos de comida
- Pérdida de control de esfínteres
- Consumo de drogas y alcohol
- Conductas autolesivas y suicidas
- Hiperactividad
- Bajo rendimiento académico
- Huida del hogar
- Miedo generalizado
- Hostilidad y agresividad
- Depresión
- Ansiedad
- Baja autoestima
- Desconfianza y rencor
- Actividad sexual
- Déficit en habilidades sociales
- Retraimiento
- Conductas antisociales
Sin embargo, aunque en algunos casos los abusos sexuales pueden generar estos daños, ninguno de ellos es exclusivo de este tipo de delitos. Es decir, en el diagnóstico del abuso sexual podemos afirmar que no aplica la propiedad conmutativa: los abusos sexuales pueden dar lugar a síntomas, pero la aparición de esos síntomas no indica abuso sexual (Manzanero, 2010). Diferentes organismos internacionales han señalado que la sintomatología que generan los abusos sexuales es común a la que aparece en niños en situaciones de elevada ansiedad (como por ejemplo la separación de los padres o el nacimiento de un hermano).
Una revisión de 59 trabajos (Rind, Tromovitch, y Bauserman, 1998) sobre los daños asociados a abuso sexual infantil mostró que en general las creencias comunes sobre la relación entre abuso y daño psicológico son erróneas. Las víctimas de abuso sexual infantil no presentaban un desajuste psicológico diferencial respecto a la población general.
Además, debemos considerar que no se ha establecido la relación entre agresores sexuales e historial previo de abusos en la infancia. Esto es, haber sufrido abusos sexuales en la infancia no lleva a ser un abusador de adulto. De igual modo, no ha quedado establecida de forma científica la correlación entre ser víctima de agresiones sexuales y las toxicomanías o la tendencia a conductas delictivas.
Por otro lado, debemos considerar la circunstancia de que algunos niños que han sido víctimas de agresiones sexuales graves no presentan ninguno de los síntomas mencionados antes. Algunos de los factores que se han manejado como más influyentes en la aparición de los síntomas de abuso sexual son: la resiliencia (o capacidad para afrontar situaciones traumáticas), el apoyo social, la segunda victimización, el tiempo transcurrido desde los abusos, el números de abusos sufrido, la edad del menor,...
Debido a la inespecificidad de los síntomas, será necesario descartar otras posibles causas, buscar evidencias que confirmen (o falsen) la hipótesis de abuso sexual y considerar el relato que el menor hace de los hechos.
Este último, el relato, es probablemente el que más problemas tiene desde el punto de vista de la valoración de su exactitud y credibilidad. Por lo tanto, será la prueba más débil de cuantas podemos tener en cuenta en la valoración de la posibilidad de que el menor haya podido ser víctima de un abuso sexual. La forma de obtener el relato será el principal aspecto a considerar en su valoración.
___________________________________
Para saber más:
Manzanero, A.L. (2008). Psicología del testimonio: Una aplicación de los estudios sobre la memoria. Madrid: Pirámide
Manzanero, A.L. (2010). Memoria de testigos: Obtención y valoración de la prueba testifical. Madrid: Pirámide
Rind, B., Tromovitch, P., y Bauserman, R. (1998). A meta-analytic examination of assumed properties of child sexual abuse using college samples. Psychological Bulletin, 124(1), 22-53.
Scott, M. T., Manzanero, A. L., Muñoz, J. M., y Köhnken, G. (2014). Admisibilidad en contextos forenses de indicadores clínicos para la detección del abuso sexual infantil. Anuario de Psicología Jurídica, 24, 57-63. doi:10.1016/j.apj.2014.08.001 texto completo
Entre estos síntomas se han descrito:
- Problemas de sueño y pesadillas
- Cambios en los hábitos de comida
- Pérdida de control de esfínteres
- Consumo de drogas y alcohol
- Conductas autolesivas y suicidas
- Hiperactividad
- Bajo rendimiento académico
- Huida del hogar
- Miedo generalizado
- Hostilidad y agresividad
- Depresión
- Ansiedad
- Baja autoestima
- Desconfianza y rencor
- Actividad sexual
- Déficit en habilidades sociales
- Retraimiento
- Conductas antisociales
Sin embargo, aunque en algunos casos los abusos sexuales pueden generar estos daños, ninguno de ellos es exclusivo de este tipo de delitos. Es decir, en el diagnóstico del abuso sexual podemos afirmar que no aplica la propiedad conmutativa: los abusos sexuales pueden dar lugar a síntomas, pero la aparición de esos síntomas no indica abuso sexual (Manzanero, 2010). Diferentes organismos internacionales han señalado que la sintomatología que generan los abusos sexuales es común a la que aparece en niños en situaciones de elevada ansiedad (como por ejemplo la separación de los padres o el nacimiento de un hermano).
Una revisión de 59 trabajos (Rind, Tromovitch, y Bauserman, 1998) sobre los daños asociados a abuso sexual infantil mostró que en general las creencias comunes sobre la relación entre abuso y daño psicológico son erróneas. Las víctimas de abuso sexual infantil no presentaban un desajuste psicológico diferencial respecto a la población general.
Además, debemos considerar que no se ha establecido la relación entre agresores sexuales e historial previo de abusos en la infancia. Esto es, haber sufrido abusos sexuales en la infancia no lleva a ser un abusador de adulto. De igual modo, no ha quedado establecida de forma científica la correlación entre ser víctima de agresiones sexuales y las toxicomanías o la tendencia a conductas delictivas.
Por otro lado, debemos considerar la circunstancia de que algunos niños que han sido víctimas de agresiones sexuales graves no presentan ninguno de los síntomas mencionados antes. Algunos de los factores que se han manejado como más influyentes en la aparición de los síntomas de abuso sexual son: la resiliencia (o capacidad para afrontar situaciones traumáticas), el apoyo social, la segunda victimización, el tiempo transcurrido desde los abusos, el números de abusos sufrido, la edad del menor,...
Debido a la inespecificidad de los síntomas, será necesario descartar otras posibles causas, buscar evidencias que confirmen (o falsen) la hipótesis de abuso sexual y considerar el relato que el menor hace de los hechos.
Este último, el relato, es probablemente el que más problemas tiene desde el punto de vista de la valoración de su exactitud y credibilidad. Por lo tanto, será la prueba más débil de cuantas podemos tener en cuenta en la valoración de la posibilidad de que el menor haya podido ser víctima de un abuso sexual. La forma de obtener el relato será el principal aspecto a considerar en su valoración.
___________________________________
Para saber más:
Manzanero, A.L. (2008). Psicología del testimonio: Una aplicación de los estudios sobre la memoria. Madrid: Pirámide
Manzanero, A.L. (2010). Memoria de testigos: Obtención y valoración de la prueba testifical. Madrid: Pirámide
Rind, B., Tromovitch, P., y Bauserman, R. (1998). A meta-analytic examination of assumed properties of child sexual abuse using college samples. Psychological Bulletin, 124(1), 22-53.
Scott, M. T., Manzanero, A. L., Muñoz, J. M., y Köhnken, G. (2014). Admisibilidad en contextos forenses de indicadores clínicos para la detección del abuso sexual infantil. Anuario de Psicología Jurídica, 24, 57-63. doi:10.1016/j.apj.2014.08.001 texto completo