Las páginas web sobre los delitos contra la libertad sexual en menores recogidas en este sitio forman parte de los proyectos de investigación dirigidos por Antonio L. Manzanero en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid (España).
Grupo UCM de investigación en Psicología del Testimonio (ref. 971672).


Prevalencia del abuso sexual infantil

Es indudable que los abusos sexuales infantiles existen, y que son una lacra para cualquier sociedad. No obstante, carecemos de datos fiables sobre la incidencia del abuso sexual infantil. En general, podemos afirmar que en la mayoría de los casos los estudios sobre este tipo de delitos tienden a exagerar los datos de prevalencia si tenemos en cuenta los datos de condenas. Probablemente sin razón, pues un solo caso ya sería suficiente como para hacer todo lo posible para evitarlo. Así, podemos ver cómo se afirma que una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños, antes de los 17 años, habría sufrido al menos un episodio de violencia sexual. Algunos medios incluso nos dicen que este dato sólo representaría la punta del iceberg, "dado que la mayoría de los casos de abuso sexual en la infancia tiende a ocultarse". De ser correctos estos datos estaríamos hablando de una auténtica epidemia de agresiones sexuales en menores. Sin embargo, los datos oficiales sobre delitos sexuales contra menores no parecen indicar eso, aun cuando tengamos en cuenta que un porcentaje de casos permanezcan ocultos.
La pregunta es ¿de dónde surgen estos altos datos de prevalencia tan alejados de las estadísticas oficiales? En la mayoría de las ocasiones son estimaciones sesgadas por las expectativas o basadas en inferencias sin un estudio riguroso detrás. Lo primero que deberíamos considerar al analizar estas estadísticas es cómo se define violencia sexual, ya que en los delitos contra la libertad sexual se engloban una gran cantidad de hechos punibles. Desde una violación, hasta los insultos ofensivos de carácter sexual. Obviamente, no es lo mismo afirmar que "el 25% de las niñas ha sufrido una violación", que "el 25% de las niñas ha recibido insultos de carácter sexual en al menos una ocasión". Por otro lado, tal y como ha ocurrido en otros países (por ejemplo en Estados Unidos en las décadas de los ochenta y noventa) la alarma social generada ha dado lugar a un incremento de denuncias de casos reales, pero también a falsas denuncias de agresiones sexuales (por efecto de la interpretación sesgada de indicadores ambiguos de abuso y la generación de falsas memorias). El alarmismo que generan esos datos claramente va en contra de las víctimas reales de agresiones sexuales, pues los casos particulares se diluyen en el conjunto y los escasos recursos disponibles han de repartirse entre todos. Por último, no debemos olvidar que el tratamiento que algunos medios hacen de este tipo de delitos incrementa el número de casos por efecto de imitación.

En contra de lo que desde algunas instituciones se nos ha hecho creer en estos últimos años, los abusos sexuales son una excepción en las relaciones entre adultos y niños. Desde esta perspectiva, el niño y su entorno deben ser capaces de detectar esas situaciones anormales de riesgo y abuso.